lunes, 31 de marzo de 2014

Aquello no era de nadie. No existía control.
Su mirada era de quien no la buscaba y quien quería mirarlo tomaba oscura dirección.
Aquello no era de nadie, solo tuyo, de nadie más.
Palabras. Miradas.Caricias. Besos.
Diferentes en semántica, primos hermanos en el amor.
Las palabras acarician,
las miradas besan,
los besos hablan,
hablan en lenguaje universal,
es lenguaje de virtud efímera, sin vocación de eternidad,
es lenguaje de amor que ya se va.
Aquello no era de nadie, solo nuestro, de nadie más.
Eternamente caducos.
Tú y yo.
Certeros en la duda, perennes en la incertidumbre, ciegos en la pasión.
Aquello no era de nadie, solo mío, de nadie más.
No podemos buscar la perfección en la mirada de quien busca lo imperfecto,
de quien vive en una constante contradicción.
Llegó con retraso adelantado.
Se fue en un por fin, en un más que suficiente, en un adiós esperanzador.
Porque, aquello no era perfecto.
No era de nadie, solo tuyo, solo nuestro, solo mío, de nadie más.
Tú. Tú. Tú.
Quizás yo, sin ti, eso nada.
Era tú. Era yo. Era nadie. Era amor.