lunes, 4 de enero de 2016

Metamorfosis.

Hoy celebras el paso del tiempo, como si para ti supusiera algo, tú que juegas con los roles y las edades, cual malabarista, dejando en el aire aquello que en ese momento no te interesa y recogiendo en tus manos aquello que quieres ser. 

La mayoría de la gente piensa que al crecer uno va poco a poco perdiéndose. 
Es curioso porque cuando eres un niño fantaseas con crecer, madurar y encontrarse a uno mismo. Fantaseas con tener las cosas claras. Ves el futuro como un todo ordenado, las piezas de tu vida encajarán sin temor a romperse. No hay lugar a la duda. Las cosas serán como piensas.
Sin embargo, no hay mayor verdad y certeza que la que sientes en la infancia. Cuando te preguntan qué te gusta o que no te gusta, que quieres comer, que quieres para reyes. Puedes cambiar de opinión pero lo que decías que deseabas lo deseabas. No existían los grises.
En cambio, con la niñez dejamos de percibir la vida color de rosa para pasar a mirarla a través de una bruma gris. Solos somos nosotros mismos cuando somos niños. Nuestra esencia es aquello que uno siente cuando ve un parque, cuando escucha a unos niños hablar. Aquella que nos devuelve una pequeña criatura de cabellos rubios cada vez que nos sonríe, nos coge de la mano o nos recuerda que el mundo es del color del que uno lo quiera ver. Aquella niña que nos regala miradas inmarcesibles. 

La esencia de una niña pequeña que nació y creció en Avilés siempre aspiro a ser como la que proyectaba aquella chica a la que seguía por casa, que irradiaba carácter, fuerza, y seguridad. Pocas veces te mostrabas vacilante. Eras testaruda, concienzuda, con una mente ordenada, que luchaba por aquello que quería.


Pasaste de ser una niña que jugaba a ser madre a una madre que juega con su niña. Llevas toda la vida practicando, ¿cómo lo vas a hacer mal?. 
Entre medias se quedó aquella juventud rebelde en la que eras tan capaz de echarle un pulso a tus padres como una mano a tus hermanos. 
Para mi Andrea, tu edad nunca ha importado, siempre has sido capaz de ser madre, amiga, hermana, en algunos casos la pequeña, en la mayoría de ellos la mayor. Si es verdad lo que se suele decir, aquello de que perteneces a la persona a la que llamas cuando estás en dificultades, pues si es así, tú has tenido y tendrás la propiedad de mi vida y la de muchas otras. 
Si algo nunca has echado en falta en la vida son las transiciones. Eres capaz de tener el mejor y el peor de tus días en un par de horas. 
Tú eres de las pocas personas que no ha perdido esos rosas de la infancia, que vive en una vital variedad cromática. Hace pocos años que te has comprado un lienzo en blanco, que tantas veces has visto negro, pero que será tu mejor obra, mejor aún que el pensador de Rodin. Además, cuatro manos pintan mejor que dos. 

Qué importan los años. Qué importan si tu esencia es de metamorfosis. Si eres y siempre has sido lo que has querido ser. Solo te hace falta recordarlo.
Te queremos Andrea.