jueves, 19 de diciembre de 2013

Volví para no encontrarte. 
Me escondí en mi profunda indecisión para no obligarme a tomar un camino. 
Me dije que nunca más, me dije que no me gustaba, que para esto no valía. Me dije tantas cosas para volver, volver y no encontrarte. 
Me entendí buscándote, me busqué dándote la espalda. Me quise tanto para olvidarte y amé tanto para no encontrate.
No busqué en el descanso de las almas, no busqué en mi soledad ni tampoco en el desconcierto. No sé, no entendí el porqué de buscarte hasta que recordé que volvía para prometer no encontrarte, para poder consolarme diciendo que al menos lo intenté, volví, sí, pero no te enontré y en el fondo sé que yo me fui contigo. 
Volviste a buscarme, para encontrarme contigo pero sin tí. Decidiste dejarme, escogiste el camino que te abría una enfermedad, que poco a poco te permitía aparcar cosas para no encontrarlas y me encontraste a mí, para no buscarme.
De pronto, me encontré mirandote, buscándome y buscándote, y decidiste decirme que si busco en ti a mí, es porque en algún momento nos unimos para no dejarnos. Entonces, tu lucidez me permitió entender que no necesito buscarte ni encontrarme, porque encontré algo nuevo, compuesto de todo lo que busqué y no encontré.

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